El otro día me comentaba una persona de mi entorno que sus lecturas consistían de un libro por semana, lo cual me hizo reflexionar un poco sobre mis propios hábitos y me di cuenta que mis lecturas tienen un estilo y ritmo que difícilmente alguien más podría seguir, o entender.
A veces leo todo el día, a veces un libro lo termino en un suspiro, a veces lo comienzo a leer de nuevo de inmediato, y muchos jamás los vuelvo a abrir. Algunos los leo una y otra vez, y a veces no me gustan tanto como otras veces, o al revés.
A veces no leo nada, sencillamente reflexiono o mejor no pienso en nada. Regularmente leo varios libros a la vez, tengo algunos en el baño, otros junto a mi cama, otros en mi oficina, y no siempre los dejo en el mismo lugar. Tengo libros regados por todos lados, no sólo en casa, sino en casa de quien no me los tire un buen día a la basura.
No todos los libros que tengo los he leído, y algunos ni siquiera los leeré jamás, algunos ni me gustan, pero quién sabe si a alguien algún día le llamen la atención, no todos los libros merecen ser leídos por completo tampoco, algunos sólo me sirven para consultar, y otros para revisarlos por sencillamente haber sido leídos por personas que admiro, o que detesto. Saber lo que otros han leído puede ser a veces una ventana a su esencia personal más honesta que lo que muchos según se atreven o están dispuestos a revelar sobre si mismos, o acaso aquello que ni siquiera de si mismos han llegado a descubrir...
1 comentario:
No sé cómo llegué a tu nota, pero me parece muy acertado y te felicito por tu ritmo de lectura.
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