miércoles, 5 de marzo de 2008

China: ¿Hogar de mil millones de ateos?

Algunas personas se llaman a si mismos "ateos" porque no creen en ningún dios. Esto es, no creen en ninguna representación parroquial o prosaica de concepto divino alguno, más curiosamente muchos si "creen" en varias otras muletas emocionales que de alguna manera alivian diferentes tipos de angustia existencial. Asi tenemos que algunos "ateos" recurren a la lectura de horóscopos, tárot o alucinan que algún día los extraterrestres van a venir ya sea a llevarselos (al cielo) su planeta, o que en su defecto al menos vendrán (o han venido) a "enseñarnos" cómo vivir vidas plenas y felices. Sin ir muy lejos ahí estan sociedades enteras como los chinos a quienes sin tapujo alguno muchos consideran "ateos" cuando sus vidas diarias y su milenaria cultura esta llena de supercherías, de los hocus pocus más absurdos y patéticos.

Claro, no faltará quien esgrima un diccionario y "de cátedra":

"Ateo es aquel que niega la existencia de dios".

Pero y quien es aquel que afirma que toda creencia sobrenatural es un invento de nuestra accidentada evolución y perpetuado hasta nuestros dias por la infinita estupidez humana? Algún termino en el diccionario ofrece esa descripción? Y es que aun entre los mismos escépticos no hemos terminado de ponernos de acuerdo en este tipo de cuestiones. La razón para mi es que "respetamos" demasiado las definiciones que de ciertos términos se dan en diccionarios, enciclopedias y demás fuentes "infalibles", sin darnos cuenta que muchas veces estas definiciones fueron redactadas precisamente por individuos victimas de lamentables neurosis obsesivas. Uno no puede más que menear la cabeza ante las difiniciones que de "ateo", "religión" o "dios" entrega un diccionario actual, y en el caso de versiones antiguas... en el caso de versiones antiguas pareciera que el mismo Torquemada hubiese sido el editor.

Yo digo que la civilización occidental, nuestros valores, nuestra cultura y en general todas nuestras instituciones fueron lamentablemente fundadas en principios religiosos -cristianos en particular- y que la batalla que desde hace siglos el pensamiento racional ha bregado para liberarse de esta nefasta influencia, definitivamente debería incluir la revisión despiadada de ciertas definiciones acomodaticias que para nada ilustran la cada vez menos alucinada conciencia y realidad de nuestro mundo.

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