miércoles, 5 de marzo de 2008

Y la muerte no será más...

Si estubiesen en la antesala de la muerte y tuvieran pleno uso de sus facultades mentales, ¿permitirían que su conciencia cerebral y sus capacidades fuesen transferidas a una computadora? La mayoría de las personas a quien les he preguntado esto responden con un categórico "NO". Ahora supongamos que la transferencia es hecha en un androide de características físicas y manerismos semejantes a ustedes, a la persona real. La mayoría de las personas aun dirían que no. Pero yo diría que "si" a cualquiera de los extremos y a cualquier cosa intermedia.

En una ocasión le pregunté a mi esposa si me seguiría amando aun si tuviera una pierna postiza. Me respondió con un "si" inmediato. Siguió afirmando que si lo haría aun ante el prospecto de una prótesis en el brazo, un corazón artificial, riñones, páncreas, pulmones, estómago y oído interno. Pero cuando sugerí ojos artificiales la respuesta fue un rotundo "no", y agregó:

"¿Un momento, no te me irás a morir a plazos verdad"?

Mi siguiente pregunta fue la siguiente:

¿Hasta que punto vas a decir que no soy yo el que está habitando en una amalgama de musculo, sangre, metal y electrónicos? ¿Es cuando damos el último paso, cuando transferimos mi cerebro desarrollado biologicamente a un cerebro electronicamente manufacturado?

Generalmente, éstas son preguntas que la gente no desea contemplar.

Para mí, no son más que el juego mental con el que experimenté unos años después de que murió mi padre. Si la tecnología para capturar la conciencia de su agonizante cuerpo hubiera estado disponible, yo pienso que él hubiera estado de acuerdo. Sin embargo, mi madre reaccionó con vehemencia ante la mera idea de transferir a un ser amado a algún tipo de máquina. Por demás interesante, yo hubiera hecho lo que fuera con tal de mantener contacto con ese intelecto, con ese ser que le había dado comienzo a mi vida, que me mimó, que me enseñó, y que me amó desde el momento que nací hasta que finalmente nos separamos. Su manifestación física para mí era menos importante que su presencia. Yo hubiera hecho lo que sea con tal de mantener contacto con él en la forma que fuera.

Por varias razones, nunca me atreví a hacerle ésta pregunta, y siempre me preguntaré cual hubiera sido su decisión. Supongo que mientras vaya envejeciendo ésta pregunta se seguirá presentando y hasta podría llegar a ser pertinente. Si no para mí, si para los hijos de mis hijos, o de quien sea. En algún punto en el futuro es casi seguro que nuestra tecnología será capaz de transferir las mentes humanas a mentes de silicón.
¿Qué clase de mundo sería ese, en donde nadie tuviera que morir, o siquiera sufrir ninguna enfermedad? Un mundo donde pudieramos vivir dentro de una máquina estática o red de comunicaciones, o algún androide o tipo de robot? La respuesta: Será totalmente diferente a cualquier cosa que hayamos experimentado. Quizás la vida y la sociedad tomen formas nuevas, bajo la amalgama experiencia-inteligencia. Hasta podríamos civilizarnos y cesar de masacrarnos entre nosotros...

Peter Cochrane.

Traducción: Selfruled society.

No hay comentarios: