miércoles, 5 de marzo de 2008

Inocencia perdida

La mayoría de nosotros jamás volteamos la cabeza al camino recorrido. Este forma parte de un pasado al que no solamente no podemos sino que no queremos retornar. Las visicitudes del diario vivir nos lo impiden por completo, las obligaciones, los hijos, los cónyuges demandantes, las cuentas que pagar y un largo etcétera de manera más que prematura y lamentable, borran de nuestro ser A ESE NIÑO INTERNO que en variadas ocasiones quisiera surgir de la basura existencial en que nos hemos permitido sumergir. Ese niño no muere jamás realmente, tan sólo vive reprimido bajo la losa descomunal de nuestros propios complejos y fantasmas, y silencioso observa impotente cuando nuestro cuerpo cansado alcanza en la tumba de la vida a todas nuestras ilusiones, nuestros sueños y a nuestros mas íntimos y profundos anhelos, muertos y sepultados desde el mismo día en que comenzamos a tomar nuestro efímero paso por el mundo y a nosotros mismos demasiado en serio.

¿Alguien está de humor para despeñarse en un estanque?

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